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By Marc Durà

Para proteger la vida en los mares muchas veces descuidamos la importancia de velar por la salud de los ríos. Los ríos aportan agua dulce, sedimentos, materia orgánica y en muchas ocasiones contaminación también.

Las desembocaduras suelen ser el escenario de un intercambio biológico muy importante y delicado, especialmente en aquellos lugares donde hay humedales y deltas.

Los humedales representan un 6% de la superficie del planeta, pero son el hábitat de innumerables especies amenazadas, desde aves acuáticas hasta peces eurihalinos como la anguila (Anguilla anguilla).

El Delta del Ebro es una de las zonas húmedas más importantes de Europa y la tercera mayor en el Mediterráneo.  Con una superficie de 320Kmdonde conviven actividades humanas con habitats protegidos y más de 300 especies de aves, el Delta del Ebro se enfrenta a su mayor amenaza: la regresión.

La cuenca del Ebro cuenta con más de 100 embalses que retienen todo el sedimento que de forma natural llegaría hasta la desembocadura, un proceso que a lo largo de varios milenios dio lugar al actual delta tal y como lo conocemos. Sin el aporte de sedimento, las llanuras inundadas del delta sufren el embate de los temporales y van cediendo terreno al mar, un proceso conocido como regresión litoral que en algunas de las zonas más vulnerables se estima que es de unos 15 metros por año.

Los años 2020 y 2021 se recordarán por dos temporales de Levante especialmente virulentos que han herido de muerte una de las zonas más frágiles del Delta. El oleaje de los temporales Gloria y Filomena han destruido la barra del Trabucador; el istmo que conecta el hemidelta surf con la península de la Banya. Se trata de una barra de arena de 6 km de longitud que separa el Mar Mediterráneo de la bahía de los Alfaques.

Ambos temporales separados por exactamente 12 meses hundieron la barra bajo el mar y pese a los esfuerzos de las administraciones para reponer arena de forma artificial el daño es irreparable.

La regresión provoca la Salficación de las lagunas, la pérdida de habitats, como las aguas someras de las bahías o las dunas móviles y en general la desaparición de un entorno de extremo valor ecológico.

Si las previsiones acerca del calentamiento global y el aumento del nivel del mar son correctas la regresión se acelerará y estaremos ante una catástrofe biológica en el Mediterráneo.

La nota de esperanza la pone la Plataforma en defensa del Ebro y la Campanya pels Sediments que proponen liberar los sedimentos atrapados en algunos de los embalses principales en el tramo bajo del río para que sean depositados en el delta de forma natural lo que constituye la única forma viable de luchar contra la regresión.

 

Marc Durà es un fotógrafo freelance basado en Barcelona, pero sobre todo es un amante del océano y de la biodiversidad marina del Mediterráneo.